El masajista se sumerge totalmente en cada nota de su música, marcando el ritmo y la técnica que se lleva a cabo.
La elección de la música al recibir o dar un masaje es importante debido a que crea una necesidad de comunicación y estimula el desarrollo de la sensibilidad y creatividad. Gracias a la música se consigue un efecto sobre el sistema nervioso de relajación aportando a la persona que está masajeando mayor sensación de bienestar y debido a esto mejora la tensión muscular y aumenta la nutrición de los tejidos y su oxigenación.
No se habla de una técnica de masaje sino de uno estilo que cada masajista une a sus capacidades profesionales. Se trata entonces, de una mezcla de estilos sensitivo relajante con el objetivo de dejarse llevar en armonía por dos sentidos: el oído y el tacto.
La música permite sintonizar la vibración energética del masajista con sus ondas de sonido: el cliente libera las energía negativas beneficiando su cuerpo y su mente.
La imaginación, la fantasía, la respiración son cosas innatas que llevamos desde que nacimos. La sensación que regala un masaje echo con sentimiento permite dar a luz todas las emociones que permanecieron dentro nosotros durante los años. Se usan movimientos y presiones diferentes, con manos, dedos y codo en todo el cuerpo al ritmo de la música. Durante el masaje se genera una fuerte energía positiva y beneficiosa que consiente quitar el estrés y sentir sensaciones altamente placenteras.
La fusión de los dos sentidos oído y tacto al mismo compás crea en el organismo una sensación adictiva de felicidad. El masaje depende de las vibraciones y de la ondulación de la música para realizar las pulsaciones en el cuerpo.
La música ayuda tanto al masajista como al masajeado, por lo tanto es un beneficio para ambos, ya que no solo sirve para llevar el ritmo en el masaje sino en la relación de ambos.